Hace tiempo atras que estoy convencido que los seres humanos podemos alcanzar el éxito, ser tan felices como querramos, lograr superaciones impresionantes y con todo esto lograr la autorealizacion.
Corresponde entonces reflexionar a cerca del impacto en mi alrededor si mi imagen diaria seria de una vida de escasez, amargura o de permanente actitud de queja. (A esas personas yo las llamo con cariño "quejudos", a no confundir por favor... una persona que vive desde la queja y no realiza acción sobre el problema... ese es con cariño... un "quejudo").
Yo soy un Coach, he decidido dedicar con amor mi vida a buscar mis mis metas y ayudar a otros a hacerlo... al reflexionar sobre eso me doy cuenta que es el perfecto rol de un modelo de vida, y me pregunto:
¿Quién querría invertir hoy su dinero para parecerse a mi? De seguro la gente que me rodea podría pensar que si el coaching no ha contribuido a hacer mejor mi vida, menos va a poder aportar en las de ellos.
A diferencia de otras profesiones, los coaches (entrenadores) damos ejemplo y testimonio de a cerca del impacto del del coaching. Con solo hablar, actuar o tomar una decisión estamos afectando no solo nuestra propia imagen, sino también la imagen de una profesión que esta siendo cada vez mas popular.
Aqui viene el verdadero desafío: Como todo humano, hay días en los que nos "con estrella" muy motivados y llenos de energía y otros en los que estamos "estrellados". En aquellos "de estrella" hacer las cosas de acuerdo a los que predicamos es muy facil, sin embargo en los otros corremos el riesgo de dispararnos en el pie. Cuando estos sucede siento a mi voz interior que me dice que "soy un fiasco" o que estoy con serios problemas para vivir consistentemente con lo que vengo diciendo. Mi consuelo llego cuando lei en revistas internacionales de coaching, que esto no solo me pasa a mi, sino a todos quienes hemos abrazado la misión de cambiar vidas...
Después de varios años de aplicar el Coaching con empresarios y emprendedores, me doy cuenta que mi labor va mucho mas allá de escucharles atentamente, construir soluciones y responsabilizarles de sus actos. Hoy me doy cuenta de que va más allá.
Siento que tengo la responsabilidad de ser un modelo a seguir, de inspirar a otros con mi comportamiento. No solo por mi propia tranquilidad, sino porque de no hacerlo estaría haciendo lo mismo que hizo ese señor completamente calvo que vino a venderme la mejor crema para regenerar y detener la caída del pelo.
Al trabajar como Coach, me comprometo a una vida de crecimiento continuo y a encontrar la fuerza necesaria todos los días para aplicar lo que predico, y saben esa ruta, ese viaje es uno de los placeres mas grandes que Dios me permite en esta vida.